21 de abril Día del poeta mendocino

Cada 21 de abril se celebra en Mendoza el Día del Poeta Mendocino, en honor a Armando Tejada Gómez.

Un 21 de abril, pero de 1929, nacía en Mendoza Armando Tejada Gómez. El poeta, letrista y escritor argentino que nos dejó un sin fin de letras de canciones fue considerado una de las cinco máximas figuras autorales del folklore argentino por la Fundación Konex. Murió en Buenos Aires, el 3 de noviembre de 1992. En su aniversario de natalicio, traemos a la memoria «Hay un niño en la calle», uno de los primeros poemas conocidos del mendocino, ese que, surgió allá por 1955 cuando Perón era derrocado pero que aún hoy refleja en pinta la triste realidad.

Armando Tejada Gómez escribe «Hay un niño en la calle» después de que su hermano, obrero de la construcción, criticara su forma «difícil» de escribir. Fue entonces cuando decidió orientar su arte a la problemática social y a temas más populares. Este poema fue incluido en Antología de Juan, libro publicado en 1958.

En honor a este gran autor, cada 21 de abril se celebra en Mendoza el Día del Poeta Mendocino.

Hay un niño en la calle

A esta hora exactamente hay un niño en la calle.

Le digo amor, me digo…

Recuerdo que andaba con las primeras luces de mi sangre,

Vendiendo una oscura vergüenza: la historia, el tiempo, diarios,

Porque es cuando recuerdo también

las presidencias, urgentes abogados, politiqueros, asco.

Cuando subo a la vida juntando la inocencia,

Mi niñez triturada por escasos centavos

Por la cantidad mínima de pagar la estadía

Como un vagón de carga,

Y saber que a esta hora mi madre está esperando

Quiero decir la madre del niño innumerable

Que sale y nos pregunta con su rostro de madre

¿Qué han hecho de la vida? ¿Dónde pondré la sangre?

¿Qué haré con mis semillas si hay un niño en la calle?

Es honra de los hombres proteger lo que crece

Cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,

Evitar que naufrague su corazón de barco

Su increíble aventura de pan y chocolate.

Transitar sus países de bandidos y tesoros

Poniéndole una estrella en el sitio del hambre.

De otro modo es inútil ensayar en la tierra la alegría y el canto,

De otro modo es absurdo

Porque de nada vale si hay un niño en la calle.

Donde andarán los niños que venían conmigo

Ganándose la vida por los cuatro costados

Porque en este camino de lo hostil, ferozmente

Cayo el Toto de frente con su poquita sangre

Con su ropa de fe, su dolor a pedazos

Y ahora necesito saber cuáles sonríen

Mi canción necesita saber si se han salvado

Porque si no es inútil mi juventud de música

Y ha de dolerme mucho la primavera este año.

Importan dos maneras de concebir el mundo.

Una salvarse solo. Arrojar ciegamente los otros de la balsa

Y el otro es un destino de salvarse con todos

Comprometer la vida hasta el último naufrago

No dormir esta noche si hay un niño en la calle.

Exactamente ahora si llueve en las ciudades

si la niebla desciende como un sapo del aire

Y el viento no es ninguna canción en las ventanas,

No debe andar el mundo con el amor descalzo

Enarbolando un diario como un ala en la mano

Trepándose a los trenes canjeándonos la risa

Golpeándonos el pecho con su ala cansada.

No debe andar la vida recién nacida a precio

La niñez arriesgada a una escasa ganancia

Porque si no las manos son dos fardos inútiles

Y el corazón apenas una mala palabra.

Cuando uno anda por los pueblos del país

O va en tren por su geografía de silencio

La patria sale a mirar al hombre

Con los niños desnudos

Preguntándose qué fecha corresponde a su hambre

Que historia les concierne que lugar en el mapa.

Porque uno Norte adentro y Sur adentro

Encuentra la espalda escandalosa de las grandes ciudades

Nutriéndose de trigo, vides, cañaverales

Donde el azúcar sube como un junco del aire.

Uno encuentra a las gentes, los jornales escasos

Una sorda tarea de madres con horarios

Y padres silenciosos, molidos en la fábrica.

Uno a veces andando de madrugada

La intemperie dormida con un niño en los brazos

Y uno recuerda anécdotas: Señores que en París han bebido

Por la antigua belleza de Dios sobre la barca

En donde han sorprendido la soledad de frente

Y la índole triste del hombre solitario.

En tanto sus mujeres tienen angustias

Y cambian de amantes esta noche

Y de médico esta tarde porque el tedio que llevan

No les cabe en el mundo.

Y ellos son accionistas de los niños descalzos,

Ellos han olvidado que hay un niño en la calle

Que hay multitud de niños que viven en la calle.

Exactamente a esta hora hay un niño creciendo.

Yo lo veo apretándose su corazón pequeño

Mirándonos a todos con sus ojos de fábula

Viene, sube hacia el hombre acumulando cosas,

Un relámpago trunco le cruza la mirada

Porque nadie protege esa vida que crece

Y el amor se ha perdido

Como un niño en la calle.

Armando Tejada Gómez.

FUENTE: Diario Uno

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