Por Marcela Espinosa
En las primeras décadas del siglo XX, la ciudad de Cosquín fue refugio de personas afectadas por la tuberculosis, que buscan alivio en la generosidad de su clima. A consecuencia de esto los viajeros pasaban de largo, con sus bocas tapadas, evitando respirar el aire y estigmatizando la ciudad. Fue entonces cuando un grupo de vecinos tuvo la genial idea de organizar un festival folklórico, sobre la ruta 38 para lograr que la gente pernoctara en el pueblo y fomentar así el turismo.

Desde aquel 21 de enero de 1961, el festival fue creciendo año tras año hasta convertirse en el mayor festival del país, lo cual le otorga a la ciudad el título de Capital Nacional del Folklore.
Son 60 ediciones ininterrumpidas, aún en los peores momentos políticos o económicos del país, el festival nunca se suspendió. En el actual contexto de pandemia por el Covid 19, aún sin un tratamiento o vacuna, la edición número 61 de 2021, podría convertirse en histórica, al no poder llevarse a cabo.
El 8 de junio de 2020, el intendente de la localidad de Cosquín, Gabriel Musso anunció por medio de una conferencia de prensa virtual que la edición 61 “se hace o se hace” entre el 23 y el 31 de enero de 2021.
“El Festival se va a hacer a como dé lugar porque Cosquín no se dejó de hacer ni en épocas difíciles como en dictadura. Y decir que lo vamos a hacer no es un capricho, sino que responde a la tremenda responsabilidad que pesa sobre nuestras espaldas”, subrayó Musso durante la comunicación con medios de prensa.
Sin embargo, más allá de las buenas intenciones de las autoridades, se hace difícil imaginar la realización de un festival multitudinario a comienzos del próximo año. Aunque las actividades encuentren una alternativa en el formato virtual, como viene sucediendo a lo largo de 2020, sería la primera vez en 60 años, que Cosquín muestre con tristeza sus calles vacías, la última semana de enero.
A continuación, una recorrida por la rica historia del festival y algunos de los hechos más destacados.
Del 21 al 29 de enero de 1961 se realizó por primera vez el festival, por iniciativa de los vecinos que construyeron un escenario de material sobre la ruta nacional 38. Se convocó la presencia de artistas de renombre de todo el país, como Jaime Dávalos, Aníbal Sampayo y Alberto Lona, entre otros que superaron todas las expectativas.
1965 en un acto de rebeldía, en la última luna del festival Jorge Cafrune decía: “Yo me voy a atrever, porque es un atrevimiento lo que voy a hacer ahora, y voy a recibir un tirón de orejas por la comisión, pero qué le vamos a hacer, siempre he sido así, galopeador contra el viento. Les voy a ofrecer el canto de una mujer purísima, que no ha tenido oportunidad de darlo y que, como les digo, aunque se arme bronca, les voy a dejar con ustedes a una tucumana: Mercedes Sosa” Y así hacía su debut nada más y nada menos, nuestra querida Negra.

1972 se realizó un homenaje en vida a Atahualpa Yupanqui bautizando el escenario con su nombre. Ese mismo año nace el Pre-Cosquín, certamen de nuevos valores que al día de hoy sigue siendo una parte fundamental del festival.
Entre 1976 y 1982 durante la dictadura militar, llegaron las prohibiciones, los exilios y el desembarco de una corriente musical más melódica y pasatista, simbolizada por artistas como el Trío San Javier y Daniel Altamirano.
A partir de 1984, en ocasión del 24º Festival de Cosquín, el canal de televisión estatal ATC (Argentina Televisora Color), comenzó a transmitir en directo a todo el país las dos primeras horas de cada Luna, aumentando así más aún su difusión.
En 1990, con ediciones muy complicadas para el festival, surge, encabezado por Julio Márbiz, una visión más comercial y basada en la idea de espectacularidad, fue una de las claves para la reactivación, aunque también sumó muchos detractores. Todo esto no hubiera sido posible sin lo que significó el boom del llamado “folklore joven”, representado primero por Los Nocheros y Soledad y luego por Los Tekis, Los Alonsitos y la nueva oleada santiagueña capitaneada por Peteco Carabajal.

En 2001, a pesar de la crisis social, política y económica por la que atravesaba el país, se construyó un nuevo escenario, con una boca de 50 metros de largo, 6 de alto y 830 m² de superficie. El escenario está dotado con un plató que puede girar 180° para hacer más rápido la sucesión de los artistas.
Tras una edición histórica en 2010 por los 50 años, el festival entró en un declive organizativo que tuvo su punto de eclosión en 2014, una edición recordada como la del caos absoluto y una carta abierta de Juan Falú que fue casi un acta de defunción.
Pero el festival continuó y lleva 60 años ininterrumpidos. ¿Será la próxima edición de 2021 la primera vez que deba suspenderse? Hoy nadie tiene la respuesta. Lo cierto es que pase lo que pase en enero, la próxima será recordada como una edición histórica, una consecuencia más de la pandemia mundial llamada Covid 19.