No cabe duda que don Hilario Cuadros fue uno de los máximos exponentes de la tonada cuyana, quien con Los Trovadores de Cuyo difundieron su música en nuestro territorio y también fueron embajadores de la música local en varios países del mundo.

Mucho se ha escrito sobre la vida del Trovador de Cuyo, pero muy poco se sabe de su padre, don Anselmo Cuadros, quien a fines del siglo XIX y principios del XX fue un importante comerciante e industrial, además de tener un renombre en la alta sociedad mendocina y de pertenecer a destacadas instituciones de Mendoza y de Chile.
Un próspero comerciante
Anselmo Cuadros nació en la ciudad de Santa Rosa, Los Andes, Chile, en 1858. Era hijo de Hilario Cuadros del Canto y de María Josefa del Carmen Prado González, quienes se casaron en Santa Rosa de Los Andes, en el país trasandino, el 10 de setiembre de 1857, aunque la pareja ya tenía varios hijos reconocidos por don Hilario antes del matrimonio.
En aquella localidad, la situación económica no era muy favorable para Hilario, quien buscaba un nuevo horizonte para progresar.
Con ese propósito, Anselmo y su familia emigraron a Mendoza en 1860 en un viaje en mula y tras cruzar la cordillera llegaron a la ciudad.
En 1869, los Cuadros figuran en el primer censo nacional realizado bajo la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, y en ese entonces Anselmo tenía unos 12 años.
Al principio, tanto Anselmo como su hermano Eliseo tuvieron que pagar derecho de piso realizando algunas tareas de campo.
Quien después sería padre del gran compositor y cantor folclórico completó sus estudios y se transformó en un hombre culto y refinado con el tiempo, invirtiendo en un pequeño comercio el dinero ganado por su trabajo.
Al poco tiempo, el joven trasandino se asoció con don Segundo Carreras, quien tenía un matadero de ganado vacuno. Ambos instalaron una barraca donde fabricaban velas y jabón.
Después de varios años de trabajar juntos, Anselmo se desvinculó de su socio y emprendió un nuevo negocio. Como le fue muy bien, con el dinero conseguido compró grandes extensiones de tierras en los departamentos de Lavalle y Guaymallén. Tres años después adquirió una casa y un negocio en plena calle San Martín, entre Santiago del Estero y Coronel Díaz.
Allí montó su nueva barraca, denominada San Martín, con el propósito de comprar cueros vacunos, chivatos, crin de caballos, cerda y gorduras en general, además de vender velas, jabón y cal por mayor y menor. Era un establecimiento modelo en la elaboración de velas y jabón, dotado de modernas máquinas que tuvo varios años de vigencia en la ciudad de Mendoza.
Entre el amor y los negocios
Mientras el joven Anselmo avanzaba con sus negocios, conoció a la señorita Elvira Berghmans Albino, una hermosa muchacha de 15 años, hija del prestigioso ingeniero belga Fernando Augusto Berghmans, quien se radicó en Mendoza a instancias de Sarmiento.
El destacado profesional fue inspector General de Escuelas y se casó con María del Rosario Albino Díaz en la capilla de Tuluma, en el actual departamento de Lavalle.
El 18 de diciembre de 1882, Anselmo y Elvira se casaron en la Ciudad de Mendoza y tuvieron varios hijos, hasta la prematura muerte de Elvira ocurrida a fines del siglo XIX.
Al poco tiempo, el padre de Hilario comenzó a comercializar cal y se asoció con Salvador Ortega. Ambos empresarios poseían hornos calíferos en Guaymallén y vendían este producto al por mayor, siendo los únicos que lo comercializaban en la provincia en aquellos tiempos.
Se puede decir que por entonces la familia Cuadros tenía un muy buen pasar económico y don Anselmo estaba en su mejor momento como empresario local. A fines de 1893 se asoció con Fermín Prado para vender almidón, producto que significó para ambos comerciantes la obtención de muy buenas ganancias.
Por supuesto, Anselmo invirtió su dinero en la compra de terrenos en la zona denominada La Media Luna (en la actualidad Pedro Molina), en el departamento de Guaymallén, en donde tiempo después nació su hijo más reconocido, el legendario Hilario.
A principios del siglo XX estableció hornos de ladrillos y construyó otra barraca, a la que denominó con el nombre del lugar.
Don Anselmo conoció a Carlota Romero, con quien mantuvo una relación y tuvo varios hijos entre ellos, el abanderado de la música folclórica cuyana, Hilario, quien nació el 23 de diciembre de 1902 y fue bautizado en la iglesia de Loreto el 1 de febrero de 1904.
Luego, el comerciante se casó en la capilla de la Sagrada Familia, en Villa Nueva, Guaymallén el 21 de junio de 1911. Su esposa Carlota falleció al año siguiente, en abril de 1912 a los 42 años de edad.
Con el correr del tiempo, Anselmo se hizo de varias propiedades en la Ciudad y en otras localidades, entre las que se encontraban una en San José, otra en San Martín y Coronel Díaz de Ciudad, y una finca en el departamento de Lavalle, las cuales alquilaba.
En 1906, Anselmo Cuadros fue accionista y uno de los promotores del Banco Agrícola de Guaymallén. Junto a él se encontraban personajes como Silvano Rodríguez, Estanislao de la Reta, Juan Varalla, Leopoldo Frías y Juan Longo.
Hombre culto y filántropo
Pero este personaje no solo se destacó como un gran empresario, ya que también tuvo una activa participación en la sociedad mendocina y actuó especialmente en instituciones vinculadas a Chile, su país de origen, además de ser un gran promotor de la música folclórica nativa.
En 1890 creó y presidió la Sociedad de Socorros Mutuos de Chile junto a su amigo el periodista y secretario de esa institución, don Oscar Carson. Ambos idearon un sistema de socios para ayudar y asistir a los chilenos necesitados que estaban radicados en esta provincia. Esta asociación estaba ubicada en San Martín 399, de Ciudad, y entre sus miembros se encontraban distinguidos comerciantes de origen trasandino como Domingo Morales, Emilio Ormeño y Bartolomé Las Casas.
Además, Cuadros estuvo muy relacionado con el consulado de Chile presidido por Rufino Cubillos, padre del destacado pintor Rafael Cubillos Olivar.
Don Anselmo, comerciante e industrial que sobresalió en aquella Mendoza del siglo XIX y parte del XX, falleció el 11 de junio de 1915 en su casa de la calle Cañadita Alegre, a metros de la avenida Bandera de los Andes, en el departamento de Guaymallén, y sus restos hoy descansan en el cementerio de la Ciudad de Mendoza.
Hilario, ‘Caballero de la tradición’
Nacido en el seno de una familia que cultivaba el gusto por el canto y la música, Hilario Cuadros tuvo ejemplo y formación artística prácticamente desde su infancia.
Siendo joven formó dúo con su hermano Guillermo, con quien interpretaba música popular cuyana. A mediados de la década de 1920 conoció al músico sanjuanino Domingo Morales, formando el dúo Cuadros – Morales.
En esa época el periodista Ernesto Fluixá le daría a Hilario el apodo Caballero de la Tradición. Su principal repertorio se basaba en las tonadas cuyanas, algunos como el gato, la cueca y otros ritmos típicos de la zona.
En 1931, en Buenos Aires, ingresan al conjunto Alberto Quini y Roberto Puccio, y al poco tiempo deciden utilizar el nombre de Los Trovadores de Cuyo, obteniendo a partir de entonces un éxito inusitado.
Hilario falleció el 8 de diciembre de 1956 en su casa de Villa del Parque, Buenos Aires.
FUENTE: El Ciudadano