Esta leyenda es muy conocida en el noroeste argentino y en Santiago del Estero.
Cuenta la leyenda, que la “Umita” es una cabeza humana sin cuerpo que anda flotando a ras del piso por los caminos solitarios que abundan en estos lugares, también, muchas veces, aparece en ranchos abandonados.
Tiene una larga, pero descuidada cabellera, ojos desorbitados, nariz puntiaguda, dientes disparejos y salientes. Avisa su presencia con un llanto muy chillón y desesperante y la mayor cantidad de veces se le ha visto por las noches.
Se dice que se acerca a los caminantes, no para agredirlos, sino para pedirles ayuda, que consiste en elevar oraciones a fin de lograr perdón y su tan esperado descanso. Nadie ha contado el motivo del horrendo sufrimiento, aunque sí se acepta que pena por un castigo. Pero hasta ahora no ha logrado su objetivo, porque cuando se acerca a sus víctimas, para pedir ayuda, estos salen velozmente asustados por los horrendos chillidos que emite.
Si algún hombre vence el miedo y logra escuchar lo que la Umita habla, no la entenderá ya que sus chillidos son incomprensibles. Nadie ha conseguido entender lo que ella dice. Afirman los pobladores, que, en todos los casos, al llegar la madrugada se convierte en un toro o ternero, y allí ella cuenta el motivo de su sufrimiento y la causa de su castigo eterno. El mortal que escucha la confesión se vuelve mudo, y de esa manera se conserva el secreto para siempre.
FUENTE: Una Leyenda Corta