Mónica, la neuquina que mantiene viva una costumbre ancestral

Es una de las únicas productoras del cereal ñaco en el Norte de la provincia de Neuquén. El alimento fue el detonante de la primera huelga patagónica de la historia.

Las manos de Mónica Jorquera son una de las pocas que producen el ñaco, un alimento que se consume a diario en el Norte neuquino, pero que está casi olvidado en el resto de la Provincia. Si bien la historia pone a este cereal como el desencadenante de la primera movilización en la historia de la Patagonia en 1896, a lo largo de las décadas su producción cayó y la casa de esta mujer en Varvarco es un pilar de esta tradición neuquina casi ancestral.

Es que el ñaco es, básicamente, trigo tostado y triturado. Es un alimento de fácil producción y económico que era la comida de muchos mineros y sigue siendo la base de muchos crianceros. “La venta aumenta muchísimo en verano porque los trashumantes se lo llevan en grandes cantidades para ir de un campo al otro”, contó Mónica.

Es que una de las formas más sencillas para comer este cereal es con agua y azúcar. Otra con leche o también con cerveza. “Es fácil, rápido y no se necesita mucho. Prácticamente, puede suplantar una comida por la cantidad de propiedades que tiene”, agregó.

Mónica aprendió de su padre cómo producirlo y repite la fórmula. Compra el trigo en las forrajeras de Chos Malal, lo lava y lo deja secar por una noche. Luego lo tuesta al fuego en una cayana, lo muele y embolsa. “Estoy produciendo al mes unos 120 kilos y los vendo a todos”, aseguró.

Durante las mañanas, el trabajo “principal” de esta mujer se reduce a atender su almacén que está frente a la Comisión de Fomento y, en sus tiempos libres por las tardes, hace el ñaco. “Siempre depende de mis ganas y de mis energías. Pero mientras más haga, más se vende. Sé que soy una de las únicas productoras y sé que muchos dependen de lo que yo produzca y por eso muchas veces intento hacer la mayor cantidad posible”, explicó.

El ñaco de marca Quimey, cómo el nombre de la hija de Mónica, se distribuye por Las Ovejas, Manzano Amargo y varios parajes y puntos del Norte Neuquino. El “emprendimiento” comenzó hace 10 años y quien la ayuda es su esposo.

Si bien el protagonismo de este cereal en el norte de la provincia continúa siendo muy marcado, en la historia se posicionó como el detonante de la primera huelga patagónica. Es que en 1896 se había eliminado este cereal de la dieta de los mineros del Distrito Aurífero de Milla Michi Có y originó la movilización conocida como “la huelga del ñaco” logrando que los patrones volvieran a colocarlo como parte inseparable del salario minero.

Según lo explicó Isidro Belver en el medio Masneuquén, con el paso del tiempo, ya muy cercano al presente, el uso diario en la alimentación a lo largo de la provincia se fue perdiendo por la desaparición de las siembras de trigo, y el abandono y destrucción de los molinos harineros, de piedras manuales o movidos por la fuerza del agua.

A su vez, también en las escuelas el consumo habitual en los comedores desapareció quizá por prejuicios de ser considerarlo de bajo nivel social u ordinario, suplantado por los cereales “industrializados” o de renombre o con presentaciones más prácticas para su consumo.

Durante los últimos años y por acción de revalorización de las comidas típicas populares emprendida por organismos culturales regionales o municipales, el ñaco volvió a la agenda provincial a partir de su “Fiesta Provincial del Ñaco”, que anualmente se realiza en la localidad de El Cholar (que se suspendió la edición 2020 por la pandemia).

Más allá de esos vaivenes del consumo, el Norte neuquino “jamás” perdió esa tradición. “Acá muchos de nuestros vecinos lo desayunan todos los días, más allá de los crianceros. Si bien es parte de la cultura, es un alimento como cualquier otro”, contó.

Esta técnica de cocción de cereales es ancestral, ya que su nacimiento se remonta al comienzo de la agricultura desde la simple y primitiva experiencia de echar granos de cereales a las brasas y piedras calientes para comerlos tostados o reventados.

Si bien Mónica mantiene viva la producción de este histórico alimento, cree que debería “dedicarle” un poco más de tiempo. “Si haría más, sé que se vendería igual”, repitió y concluyó con orgullo: “Me encanta hacer lo que hago y creo que es parte de nuestra historia”.

FUENTE: LM Neuquén por Alvaro Nanton

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