Se estrenó la película “Cerro Quemado” con Micaela Chauque

“Cerro Quemado”, el documental escrito y dirigido por Juan Pablo Ruiz, quien retrata un viaje íntimo de la folclorista y quenista Micaela Chauque junto a su madre y a su abuela, última habitante coya de un cerro salteño, se estrenó ayer jueves a las 22hs por la pantalla de Cine.ar TV.

En la trama “busqué reflejar de forma poética una realidad poco visible como la de Felipa Zerpa y su clan familiar. Una historia, un modo de vida y una visión del mundo lejana y ajena, pero conmovedora y llena de sabiduría”, expresó Ruiz en una entrevista con Télam.

En este documental de observación, Ruiz acompaña con la cámara el viaje que inicia Micaela junto a su madre Cornelia Yurquina, en busca de su abuela Felipa Zerpa, la última habitante coya del olvidado y hostil cerro Quemado.

Durante el recorrido, no solo muestra un mundo de ritos y costumbres que están por desaparecer, sino que también refleja el encuentro de tres generaciones unidas por una misma identidad ancestral.

“Mi película no pretende ser una fotocopia de la realidad, es solo una interpretación personal y subjetiva de lo que he visto durante su proceso de gestación. Es un retrato social en tono poético”, explicó el realizador.

“`Cerro quemado´ logra darle voz a los que no la tienen, como es el caso de la abuela Felipa. Y eso es muy importante para mí”, agregó Ruiz, quien codirigió junto a Martín Masetti, “La palabra empeñada”, filme en el que recuperan la figura del desaparecido periodista argentino Jorge Ricardo Masetti.

La cinta también estará disponible desde este viernes en la plataforma Cine.ar Play, durante siete días, en forma exclusiva y gratuita.

Télam: ¿Cómo surge la idea de hacer este documental?

Juan Pablo Ruiz: —Con Micaela nos une una amistad de varios años y en uno de sus frecuentes viajes a Buenos Aires para dar uno de sus conciertos, nos juntamos a almorzar y en la sobremesa me habló de un sueño recurrente, que la perseguía y la angustiaba, un sueño con sus ancestros, con su abuela Felipa -quien falleció hace unos seis meses- y con la casa donde nació en un lejano cerro salteño. Creo que estaba sintiendo un fuerte desarraigo y necesitaba volver a sus orígenes y a ver a su abuela. Entonces le propuse realizar ese viaje juntos y se me ocurrió hacerlo con un equipo reducido de gente para plasmar esa experiencia en una película.

¿Qué elementos narrativos tuviste en cuenta para retratar a través de estas tres mujeres la situación actual de los Coyas, en Argentina?

—Era importante tener un criterio artístico para tratar un problema social o político como este. Por eso le di mucha importancia al tratamiento narrativo y al dispositivo de filmación. Si bien se trata de una película chiquita y sencilla, le puse mucho énfasis a la construcción del relato y a los elementos poéticos que intervienen. El tono introspectivo y por momentos onírico, el tratamiento de la luz, el universo sonoro de tono subjetivo, son todos elementos fundamentales para la edificación del filme.

¿Cómo fue la experiencia de filmar en el cerro y con las protagonistas de esta historia?

—Fue una experiencia enriquecedora desde todo punto de vista. Un gran aprendizaje. Agotador, teniendo en cuenta la exigencia física que implica el trabajo en condiciones límites. Pero una oportunidad única para conocer a estas mujeres maravillosas y para descubrir un paraíso perdido.

¿Cuál es tu mirada de lo que pasó con el pueblo coya?

—La historia de este pueblo coya de Finca Santiago y de los cerros del norte de Salta es siniestra. Se trata de un clan ancestral, oprimido y casi exterminado por la instalación de un ingenio, del que la abuela Felipa era una de las pocas sobrevivientes. Hay que recordar que hace algunas décadas atrás, en la región donde trascurre nuestra película, habitaba un pueblo originario en perfecta armonía con la naturaleza y su cosmovisión. Esa armonía se rompió con la llegada del hombre blanco que los sometió y los llevó a punta de pistola a trabajar al ingenio. Un trabajo brutal para beneficio exclusivo del dueño que luego les cobraba arriendo a los originarios por cada plantita o animalito que tenían. Es una historia indignante. Una realidad poco conocida que debía ser retratada.

¿Qué expectativas tenés con la apertura de las salas de cine?

—Mi expectativa lógica es que se contemple la posibilidad de que películas como “Cerro quemado”, que han sido filmadas con criterio cinematográfico, y que no han podido pasar por salas debido a la pandemia tengan su espacio de exhibición como corresponde. Por suerte pude realizar el estreno mundial en Madrid y luego presentarla en el festival de Cracovia, en Polonia, pero el cierre de las salas por el coronavirus me ha impedido presentarla en nuestro país y espero que esa oportunidad llegue en algún momento.

FUENTE: Télam

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