Las cuadreras, junto con el pato y la taba eran las competencias preferidas del gauchaje. Una verdadera fiesta que convocaba a gran cantidad de espectadores. La paisanada aprovechaba la ocasión para reunirse con amigos, conocer las novedades del pago, tomarse unos vinitos mientras los organizadores de la justa, ultimaban los detalles para comenzar la prueba. Juegos típicos: ¿tradición heredada?

Es tradición todo aquello que una generación hereda de las anteriores y, por considerarlo valioso, lega a las siguientes.
Es difícil determinar qué actividades o juegos fueron heredados de otras culturas y cuáles son autóctonos, verdaderamente argentinos. Sin embargo, se supone que la mayoría de ellos llegaron de los barcos que traían a los conquistadores. Podemos pensar rápidamente en las carreras cuadreras Existe una hipótesis que asegura que el hombre de campo era muy propenso a los juegos de azar, y esto coincide con que el juego es una vía de escape a la vida esforzada y dura del campo.
Las carreras cuadreras o simplemente “cuadreras” son un tipo de carrera de caballos que se realizan en Argentina, Paraguay y Uruguay. Fueron creadas en los tiempos coloniales. Se denominan cuadreras haciendo referencia a que se trataba de carreras cortas, derivando el término de “cuadra”, una unidad de medida equivalente a 129 metros, que se utilizaba en tiempos de la colonia. La competencia se realizaba entre dos o más caballos “parejeros”, casi siempre caballos criollos, y en ella se realizaban multiplicidad de apuestas.
A talón y lonja
En las carreras de caballos, cuando uno de los “parejeros” es manifiestamente superior a su rival en resistencia y velocidad, las competencias se resolvían fácilmente. Pero si los que competían, gozaban de las mismas aptitudes, los jinetes debían apelar a recursos extraordinarios para vencer a su rival. Uno de tales recursos era “el talonazo”, golpe que se daba con el talón en el costillar del animal; acto semejante al picar de las espuelas, pero que lo reemplaza, porque los jinetes que corrían las cuadreras, lo hacían sin ellas; y la mayoría de las veces lo hacían calzando simples alpargatas. Otro recurso, y siempre nos referiremos a los que eran válidos, consistía en azotar con la lonja del rebenque al montado. Y si la carrera era muy reñida, era común que los jinetes debieran apelar al empleo de estos dos últimos recursos simultáneamente. Se decía entonces que una competencia, se había ganado a “taco y lonja” o a “talón y lonja”.
FUENTE: Archivo Historiográfico de la República Argentina, 1860-1930. Juan Carlos Abrigo Blom